El
interés del Partido Comunista de Colombia-PCC por la revolución china se ha
logrado datar desde de 1938 en el periódico Tierra,
con el artículo titulado “El imperialismo
Japonés y la Revolución China”[1].
Entre 1938 y 1949 el PCC hizo un seguimiento sincrónico a los sucesos de la
Revolución de Nueva Democracia-RDN china en sus diarios de circulación
nacional: Tierra, Diario Popular y Vanguardia del Pueblo. En ese mismo periodo aparecían artículos de
Mao en semanarios como Sábado[2]
y se editó y distribuyó entre la militancia colombiana el que sería el primer
texto de Mao Tse-tung, cuya fecha se registra en 1948[3].
Se trata de Fundamentos de la Revolución
China[4].
Mientras esto pasaba en Colombia, los sucesos de la revolución en China (1921-1949) fueron forjando la dirección de Mao Tse-tung que se concretó el 6 de enero de 1935, cuando el Buró Político ampliado, reunido en Tsunyi, cambió la composición del organismo dirigente central, estableciendo una dirección encabezada por Mao Tse-tung. La antesala inmediata había sido el periodo de 1927 a 1935 donde el Partido vivió la fase campesina, en este tiempo se forjó “el pensamiento Mao Tse-tung” y la experiencia allí desarrollada se constituyó en pieza clave y fundante para el desarrollo de la RND en China. Pero antes el Partido Comunista de China-PCCh ya había transitado en sus primeros 6 años por una etapa ortodoxa donde intentó hacer la revolución emulando la vía soviética.
De 1935 a 1949 la tarea de Mao fue desarrollar en la práctica los planteamientos de la Revolución de Nueva Democracia consistentes en crear bases de apoyo en las zonas rurales, utilizar el campo para rodear las ciudades y finalmente tomarlas por la vía armada; a la par del desarrollo práctico de la revolución Mao Tse-tung fue sintetizando su experiencia en obras que concentraba el modelo revolucionario chino: Análisis de las clases de la sociedad china (1926), Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junan (1927), ¿Por qué puede existir el poder rojo en china? (1928), La lucha en las montañas Chingkang (1928), La Revolución China y el Partido Comunista de China (1939), Sobre la Nueva Democracia (1940), Sobre el gobierno de coalición (1945) y Sobre la dictadura democrática popular (1949). Durante dicho periodo también se consolidó la clara intención política de los comunistas chinos por hacer de su experiencia un modelo revolucionario para el Tercer Mundo.
El triunfo de la revolución china bajo la dirección de Mao Tse-tung en Octubre de 1949, tuvo un eco relevante en la izquierda colombiana, debido a la difusión que hiciera el PCC. Enterados, el pleno del Comité Central saludaba «calurosamente las grandes victorias, de alcance histórico universal, del ejército popular de China, que ha hecho morder el polvo a los sirvientes del imperialismo»[5], así mismo llamaba la atención a todos los comunistas para que «estudien y asimilen las formidables lecciones del Partido Comunista Chino, artífice de la victoria»[6]. Y no era para menos, en plena Guerra Fría el triunfo de la revolución china era un avance del marxismo leninismo.
Entre 1949 y 1963 el PCC fue responsable de la difusión de 36 artículos de libros relacionados con la experiencia del comunismo chino y, particularmente, con la de su máximo líder Mao Tse-tung. De estos, 35 son responsabilidad directa del Partido Comunista de Colombia a través de sus empresas editoriales: Ediciones Centauro, Ediciones Paz y Socialismo y Ediciones Suramérica. Solo en el año 1960 se registró el 42 % de la producción. A estas cifras se le pueden sumar los 10 artículos y 4 reseñas que aparecen en el revista del Partido Documentos Políticos, desde 1957 a 1960, y los 21 artículos en el periódico Voz de la Democracia desde 1957 a 1963, todo ello proclive a la experiencia del comunismo chino. Así lo expresa Fred Kaim, quien fuera militante del PCC en esa época: «Puesto que el principal enemigo de los EEUU era la República Popular China, defender a China, difundir a Mao, era una de las más importantes armas anti-imperialistas»[7].
Esa ingente tarea de dar a conocer la experiencia de una revolución triunfante la realizaba el PCC en medio de un periodo histórico de múltiples retos para los comunistas colombianos. El Partido se encontraba en el periodo de la Reconstrucción leninista intentando superar lo que ellos denominaron “el revisionismo Duranista” y todavía no se habían recuperado de la profunda división que lo había debilitado notoriamente en el V Congreso de 1947, conocido también como Congreso de Bucaramanga.
Los desafíos de la revolución en Colombia eran inmensos en medio de la agitada condición política nacional: La violencia desatada contra las bases campesinas de comunistas y liberales, el gobierno militar de Rojas Pinilla y el inicio de Frente Nacional. Era un panorama complejo, violencia generalizada, sociedad dividida, derrumbe parcial del Estado, y paradójicamente, crecimiento económico. La época de la Violencia, o mejor dicho, la primera y la segunda guerra[8], de 1949 a 1953 y de 1954 a 1956, había sido la antesala del desarrollismo en Colombia.
En el contexto internacional y ante el triunfo de la revolución china, la administración del presidente Truman de los Estados Unidos orientaba generalizar la teoría de la contención y proponía reforzar los sistemas de alianzas pro-occidentales y cuadruplicar los gastos en defensa. Esta vez la Guerra Fría tenía asidero en las elites colombianas. En Colombia no solo se envió tropas para combatir a los comunistas en la Guerra de Corea, sino que con el acto legislativo 06 del 7 de septiembre de 1954 se ilegalizaba el Partido Comunista. Así conservadores, liberales y militares habían decretado que «El comunismo y demás partidos internacionales no podrán actuar en Colombia como organizaciones políticas» [9] .
En un ambiente de guerra generalizada contra los comunistas, de completa clandestinidad en las ciudades, y de resistencia armada en el campo, surgió en el seno del PCC debates sobre la vía de la revolución en Colombia. Esto determinó que un grupo de militantes se inclinará por el desarrollo de la guerra en las zonas campesinas, superando la orientación de “Autodefensa” dada por el Partido a sus bases. Esta posición que fue denominada como “extremo izquierdista”, ya tenía sus gérmenes en la propia dinámica del Partido años atrás, hasta el punto de que el Sexto Congreso se pronunció contra ellas y analizaron que tenían diverso origen, sin embargo plantearon que «la causa principal radicaba en una apreciación equivocada del levantamiento popular del 9 de abril de 1948»[10].
Durante el mismo periodo de 1949 a 1963 se había hecho más intensa la lucha de líneas al interior del PCC. El proceso de “Recepción” del modelo revolucionario chino era prácticamente la continuidad de la reconstrucción leninista emprendida por el Partido desde 1945. Pero con el devenir del debate interno, la álgida situación política nacional y la agudización del debate internacional en el seno del comunismo, sobre todo a partir de 1960, la militancia del PCC se alineó grosso modo en dos grupos con dos maneras diferentes de pensar la solución de los problemas nacionales, pero que por la cultura política de sectarismo y dogmatismo terminaron en dos posiciones antagónicas con mutuas descalificaciones por reivindicar cual era la más revolucionaria.
En el contexto internacional el debate no era menos intenso en el seno del comunismo. Desde 1956 las diferencias que ya existían entre el PCCh y el PCUS se acentúan; a la fecha los comunistas chinos se han sentido progresivamente desilusionados por la dirección de Kruschev al frente del comunismo internacional. Después de 1960 las relaciones entre el PCCh y el PCUS pasan a la ruptura, lo que estaba en debate era la diferencia sobre estrategia global, sobre relaciones dentro del Bloque Comunista, sobre la paz y el alcance de la des-estalización, sobre la permisible diversidad de métodos a emplear para la construcción del socialismo y el comunismo, y sobre la cuestión fundamental de la jefatura del campo socialista.
En ese contexto los líderes chinos recalcaron que su experiencia de la revolución china, que era entendida como una aplicación creadora del marxismo leninismo a las condiciones concretas en China, se podía constituir en un modelo para el Tercer Mundo y ser alternativa al llamado “revisionismo”. Así, América Latina y por ende Colombia, se convirtió en un nuevo campo de batalla entre China y la Unión Soviética en su lucha por utilizar las redes del movimiento comunista internacional para ganar adherentes. Esta situación fue para los chinos más intensa después del rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, pues no solo su modelo era alternativa al “revisionismo soviético”, sino también al “foquismo castrista”, que brillaba con luz propia desde 1959.
Necesariamente el debate internacional del comunismo iba a tener repercusiones en el seno del Partido Comunista. Comenta Fred Kaim: «Cuando el PC colombiano fue regañado por los soviéticos por inclinarse hacia los chinos, entonces revirtieron el proceso y comenzaron -solapadamente- a hacer anti-chinismo»[11]. El PCC termina alineado con las tesis del PCUS, y la política de publicaciones y la simpatía hacia el pensamiento de Mao Tse-tung se cierra con el 29 pleno del Comité Central, en octubre de 1963, cuando el Partido Comunista de Colombia se apartó completamente de los comunistas chinos y plantearon que no volverían a publicar sus ideas por ser contrarias a su línea política[12]. A la par de esto, la lucha de líneas en el seno del PCC se intensifica hasta provocar la división del Partido. Desde el lado oficial del PCC se emprendió una campaña de aislamiento y expulsiones a la militancia que defendía más firmemente los principios marxistas leninistas apoyados a nivel internacional en las ideas y la figura de Mao Tse-tung; el PCC optó por resolver la lucha interna con medidas administrativas de expulsiones masivas, haciéndolas pasar por problemas disciplinarios y no debates ideológicos y políticos. Por el otro lado, las posiciones marxistas leninistas que empezaban a diferenciarse con la posición oficial del Partido, la «facción maoísta» que se dio en el seno del PCC[13], se dejó cautivar por la política china que «alentaba a los miembros pro-chinos a que abandonaran los Partidos Comunistas que querían seguir una línea pro soviética»[14]. El resultado final: la división de la izquierda comunista en Colombia y el surgimiento de un nuevo discurso.
Entonces, la presente investigación, con el título “Los orígenes del maoísmo en Colombia” y subtitulo “la recepción de la Revolución de Nueva Democracia 1949-1963” se está planteando un problema histórico: ¿cuándo, en qué condiciones y sobre todo, cómo, se conformó el discurso político donde los grupos maoístas del “campo ML” [15] ubican su génesis?; esto en esencia es un problema del conocimiento: ¿cómo se interpela un conocimiento producido en otro contexto?, es decir, ¿cómo difundir y apropiar una experiencia indirecta?. La investigación nos remite a un problema historiográfico. ¿Con qué herramientas analíticas se ha examinado dicho proceso?
En relación con la historiografía no son muchos los trabajos que aborden como objeto de estudio al maoísmo en Colombia, aunque en los años que transcurren de este siglo, el interés por este campo de estudio ha aumentado. En su orden de aparición está el trabajo de Frank Molano en el 2004, “El imaginario maoísta (1965-1982). Como mentalidad revolucionaria en la izquierda Colombiana”; Mauricio Neira Archila en el 2008, “El maoísmo en Colombia: la enfermedad juvenil del marxismo-leninismo”, José Abelardo Díaz Jaramillo en el 2010, “El movimiento obrero estudiantil campesino 7 de enero y los orígenes de la nueva izquierda en Colombia 1959 – 1969”, repite Frank Molano en el 2011, “La izquierda maoísta colombiana: organizaciones y mentalidades en la década de 1970”; Miguel Ángel Urrego Ardila en el 2012, “Partido del Trabajo de Colombia (PTC) Un capítulo de la historia del maoísmo, 1970-1982”; Esteban Morales Estrada en el 2014, “El MOIR y su política de “Los Pies Descalzos” como materialización de la ideología maoísta en Colombia, 1969-1990”; el recién publicado de Miguel Ángel Urrego en el 2016, “Historia del maoísmo en Colombia. Del MOEC al MOIR/PTC (M), 1959-2015”; por último el trabajo en construcción de Aldo García, “Historia de las ideas y experiencias maoístas en Colombia 1960 - 2000”. Importante recordar tres significativos trabajos del siglo XX, el de Fabio López De La Roche que publicó en 1994 “Izquierda Y Cultura Política: ¿Oposición Alternativa?”, Álvaro Villarraga y Nelson Plazas, “Para reconstruir los sueños: una historia del EPL” en 1994, y el ya clásico primer intento por sistematizar la trayectoria de la izquierda colombiana, “¿De dónde venimos, hacia donde vamos, hacia dónde debemos ir?” del grupo maoísta Proletarización escrito en 1975, que por su abundante material documental se constituye, también, en una fuente primaria.
La mayoría de los trabajos relacionan los orígenes del maoísmo con la ruptura chino-soviética, la división del PCC y la “reconstitución” del Partido Comunista de Colombia marxista leninista, PC de C-ML, en su X congreso de 1965. Quien se ocupa de dar una explicación a la configuración de esta nueva corriente política de la Nueva Izquierda Colombiana es Frank Molano.
Plantea Molano que el maoísmo como imaginario revolucionario fue el resultado de una fusión entre las tradiciones y mentalidades políticas colombianas y la asimilación de las ideas del líder comunista chino Mao Tse-tung y las tesis políticas e ideológicas del Partido Comunista de China, particularmente las de la Revolución Cultural. Esto protagonizado por núcleos de jóvenes intelectuales y dirigentes sociales de la década del 1960 y 1970[16]. Dicha fusión dice Molano, trajo implícito que en Colombia el maoísmo tuvo elementos contradictorios: «significó ruptura con el pensamiento político de la izquierda, promoviendo una nueva sensibilidad social entre núcleos revolucionarios llevándolos al compromiso con la realidad de los sectores populares (...) [y] también significó una continuidad de las mentalidades heredades del pasado colonial: el sectarismo, los “odios heredados”, el dogmatismo y la “mentalidad del colonizado”»[17]; completa su explicación diciendo que «el conflicto chino-soviético, no fue solo un reflejo mecanicista de lo externo en lo interno, sino una manera en que se enfrentaron de forma dramática, dos maneras de pensar la solución de los problemas nacionales, en el seno del Partido Comunista desde fines de los años 50 y que culminaría con una gran ruptura a mediados de los años 60»[18]. El cuestionamiento a dicha explicación es que no aclara como se dio esa “fusión” y esa “asimilación”.
En relación con la “recepción” del maoísmo, el único trabajo que la aborda, en un solo capitulo, es el de Frank Molano cuando subtitula la primera parte como: “La recepción inicial de las ideas de Mao Tse-tung 1930-1963”. Por su brevedad y falta de unidad temática, realmente no hace una historia de la recepción. En el trabajo solo se menciona la traducción y la edición de dos textos de Mao como reflejo de «el entusiasmo que produjo entre sectores del partido sus ideas y la experiencia china»[19]. El primero es Sobre la Nueva Democracia traducido por Gilberto Vieira y el segundo es la Dictadura Democrática Popular traducido por Anteo Quimbaya. Frente a este último la fuente citada no respalda la afirmación de que el texto haya ingresado por el puerto de Buenaventura, en una remesa clandestina.
Siendo el análisis de la lucha interna en el PCC el verdadero centro de ese capítulo de Molano, es interesante el planteamiento dejado por él, a manera de hipótesis: «Es posible que el triunfo de la revolución china influyera en varios sectores del PCC, que empiezan a exigir de la dirección una posición más clara frente a la lucha armada, pasar a la clandestinidad y preparar el Partido para un largo período de guerra prolongada»[20]. La presente investigación asumió dicha hipótesis, como también asume el reto de dotar de base empírica la afirmación sobre la “recepción” del Comunismo chino, hecha por Molano en el sentido de que: «Al hacer una revisión del tipo de literatura y opiniones expresadas en la Prensa del Partido se encuentra que a partir de 1963, dejan de publicarse artículos del PCCh y su espacio es ocupado por la literatura soviética»[21].
Desde el punto de vista empírico no es mucho lo que las fuentes puedan decir de como las organizaciones maoístas entienden el proceso de “Recepción”. En una cartilla de formación de militancia maoísta se leen afirmaciones, varias sin sustento y con claras imprecisiones históricas. Allí se dice:
«Existe varias versiones de cómo llegó el maoísmo a
Colombia, una de ellas afirma que llegó en los años 30 a través de un buque por
Buenaventura en donde llegaron muchos libros de Mao y fue así como comenzó a
conocerse el maoísmo. Otros afirman que sólo fue hacia los años 40 cuando se
conoció el maoísmo con los guerrilleros del llano, se dice que a través de José
Alvear Restrepo cuando se fue al Llano. Por otro lado el PCC hacia los años 50s,
después del triunfo de la revolución de Nueva Democracia en China, difundió el maoísmo,
por medio de sus cuadernos políticos en donde introducían algún texto de Mao en
cada edición. En 1955 apareció un libro sobre la Nueva Democracia adiado por el
PCC, era traducciones de los textos de Mao Tse-tung, que venían vía Vietnam y
Francia, posteriormente está el texto de Gilberto Viera sobre la Nueva
Democracia, también la contradicción y sobre la Práctica. Posteriormente
también se difundió el maoísmo a través de Pedro Vásquez Rendón, fundador del
PCC-ML»[22].
De todo lo dicho hasta aquí se concluye la pregunta que guía esta investigación: ¿Cómo la “Recepción” del modelo revolucionario chino hecha por el Partido Comunista de Colombia durante 1949-1963 aportó a la diferenciación de la izquierda comunista y al surgimiento de un nuevo discurso?
Pensarse esa pregunta en el marco de la historia del maoísmo en Colombia, trae a colación los planteamientos del profesor Medófilo Medina en su trabajo sobre La historiografía política del siglo XX en Colombia, cuando decía: «Aunque no resulta desdeñable lo hasta ahora logrado por la disciplina histórica en la comprensión de las terceras fuerzas, no resulta menos cierto la existencia de objetos de estudio aún no explorados. Entre estos últimos están las organizaciones y partidos de orientación trotskista, o maoísta. Su debilidad numérica y su fragmentación organizativa no deberían hacer perder de vista que representaron el canal de expresión política de estudiantes ávidos de participación, o de franjas radicalizadas del movimiento sindical y de sectores informales»[23]. Veinte y dos años después de este balance, la situación de los estudios sobre maoísmo en Colombia no ha cambiado significativamente, aunque como ya se dijo, en el presente siglo hay un interés creciente por este objeto de investigación.
Es así que la importancia de este trabajo radica en que al estudiar la “Recepción” hecha por el PCC, se estaría aportando no solo al estudio de los terceros partidos, sino a llenar el vacío histórico y discutir los acuerdos historiográficos en torno a los orígenes del maoísmo en Colombia.
Con
esa expectativa, y por esa apuesta, la investigación se realiza a partir del concepto
de “Recepción” planteado por Horacio Tarcus[24]
el cual se «remite a un proceso mayor de producción/difusión intelectual donde
es necesario discriminar (analíticamente) a productores, difusores, receptores
y consumidores de las ideas»[25].
Dicho concepto aporta una visión teórica y metodológica para el desarrollo de
esta investigación.
Desde el punto de vista teórico la “Recepción” es entendida como el proceso global de producción y circulación, interpretación, apropiación o rechazo de las ideas. Los planteamientos de Tarcus dan claridad a la hora de asumir la “Recepción”. Lo primero en que hace énfasis es que esta investigación no se propone valorar si la militancia del PCC leyó “correcta” o “incorrectamente” a Mao y la revolución china, «sino establecer cómo lo leyeron y por qué lo leyeron, como lo leyeron»[26]. En ese sentido tampoco es el propósito del investigador considerarse el poseedor de la interpretación más ajustada a los textos de Mao, máximo cuando se debe reconocer que se cuenta con la ventaja de la perspectiva histórica. Al respecto dice Tarcus: «conocemos “efectos” histórico-políticos de la obra de Marx que ellos necesariamente desconocieron»[27]. Aunque tampoco podemos leerlo por fuera de la historia de sus “efectos” histórico- políticos. Tenemos a nuestro favor más de medio siglo de lecturas de Mao y la experiencia del comunismo chino que pueden inspirar la aquí realizada, y además está el “corpus interpretativo rico y complejo” al que no tuvo acceso la militancia de los años 50 y 60.
Otra idea a la que Tarcus presta atención es a la labor interpretativa que todo lector hace: «Todos, inevitablemente, interpretamos cuando leemos: la lectura es en sí misma un acto de interpretación»[28]. Esto implica que el texto no existe por fuera de la historia de sus interpretaciones, y en ese sentido lo que aborda esta investigación es una de varias interpretaciones que se han hecho o que se deben hacer del modelo revolucionario chino. La obra culmen de Mao, la Nueva Democracia, fue realizada, actualizada, y recreada con cada lectura que de ella hiciera la militancia marxista leninista en el seno del Partido Comunista de Colombia. De dichas lecturas e interpretaciones surge el nuevo discurso en el seno de la izquierda comunista, pero no fue el único, ni lo será, por lo que la investigación está abierta. Afortunadamente para la labor del historiador, los militantes marxista leninista no solo leyeron e interpretaron los textos, sino que también sistematizaron sus interpretaciones volcándolas en la escritura.
Desde el punto de vista teórico la “Recepción” es entendida como el proceso global de producción y circulación, interpretación, apropiación o rechazo de las ideas. Los planteamientos de Tarcus dan claridad a la hora de asumir la “Recepción”. Lo primero en que hace énfasis es que esta investigación no se propone valorar si la militancia del PCC leyó “correcta” o “incorrectamente” a Mao y la revolución china, «sino establecer cómo lo leyeron y por qué lo leyeron, como lo leyeron»[26]. En ese sentido tampoco es el propósito del investigador considerarse el poseedor de la interpretación más ajustada a los textos de Mao, máximo cuando se debe reconocer que se cuenta con la ventaja de la perspectiva histórica. Al respecto dice Tarcus: «conocemos “efectos” histórico-políticos de la obra de Marx que ellos necesariamente desconocieron»[27]. Aunque tampoco podemos leerlo por fuera de la historia de sus “efectos” histórico- políticos. Tenemos a nuestro favor más de medio siglo de lecturas de Mao y la experiencia del comunismo chino que pueden inspirar la aquí realizada, y además está el “corpus interpretativo rico y complejo” al que no tuvo acceso la militancia de los años 50 y 60.
Otra idea a la que Tarcus presta atención es a la labor interpretativa que todo lector hace: «Todos, inevitablemente, interpretamos cuando leemos: la lectura es en sí misma un acto de interpretación»[28]. Esto implica que el texto no existe por fuera de la historia de sus interpretaciones, y en ese sentido lo que aborda esta investigación es una de varias interpretaciones que se han hecho o que se deben hacer del modelo revolucionario chino. La obra culmen de Mao, la Nueva Democracia, fue realizada, actualizada, y recreada con cada lectura que de ella hiciera la militancia marxista leninista en el seno del Partido Comunista de Colombia. De dichas lecturas e interpretaciones surge el nuevo discurso en el seno de la izquierda comunista, pero no fue el único, ni lo será, por lo que la investigación está abierta. Afortunadamente para la labor del historiador, los militantes marxista leninista no solo leyeron e interpretaron los textos, sino que también sistematizaron sus interpretaciones volcándolas en la escritura.
En relación a lo metodológico, Horacio Tarcus propone que dentro del proceso global de producción y circulación de las ideas, se pueden distinguir distintos momentos: (1) la producción; (2) la difusión; (3) la recepción; (4) la apropiación. Esta tipología permitió ordenar la investigación y el documento final. En ese sentido el primer capítulo se ocupa del momento de la producción. Aquí se indaga, a partir de una profunda revisión histórica de la revolución china, la clara intención política del Partido Comunista de China por hacer de su experiencia revolucionaria un modelo para el Tercer Mundo. Se considera que así se inicia el largo proceso de la “recepción” del modelo revolucionario chino asumido por el Partido Comunista de Colombia, por lo que el capítulo está dedicado al proceso de producción del modelo de la Revolución de Nueva Democracia. Lo que se desarrolla en el capítulo es «El momento de la producción de una teoría, llevado a cabo por intelectuales conceptivos»[29]. Una primera versión de lo expuesto en este capítulo está en prensa, próximo a ser publicado con el título: “Revolución de Nueva Democracia: Modelo revolucionario chino para América Latina”[30].
En
el capítulo se hace un primer acercamiento al propósito chino de difundir su
modelo revolucionario, dejando entrever aquellos aspectos que ellos han
identificado como parte del modelo. En segunda instancia se analiza la
diplomacia popular como estrategia para difundir dicho modelo, y en la última
parte se estudia uno de los logros de dicha estrategia: El surgimiento de una
tendencia Pro-china en América Latina.
El segundo capítulo se ocupa del momento de la difusión. Esta parte está dedicada al proceso de difusión del modelo de la Revolución de Nueva Democracia, a través de su edición en libros, folletos, periódicos, revistas, y reseñas; también en cursos, conferencias, y traducciones, etc. Lo que aborda el capítulo es «la difusión de un cuerpo de ideas a un campo de producción diverso del original»[31]. El capítulo se construyó a partir de una indagación más amplia de la difusión del comunismo chino realizada como antesala a esta investigación y presentada en “Las VIII Jornadas de Historia de las Izquierdas”[32], bajo el título: “La difusión del comunismo chino en Colombia 1949-1963: El aporte editorial del Partido Comunista de Colombia-PCC” [33].
El capítulo aborda en un primer ítem la historia sincrónica y diacrónica de la revolución china que es registrada en la prensa del Partido Comunista de Colombia, más concretamente el diario Tierra. El segundo ítem corresponde al inicio de la labor editorial, donde se aborda el debate historiográfico sobre el primer texto de Mao editado en Colombia, haciendo énfasis en como la revolución china suscitó un conflicto con el paradigma de la vía al poder en la militancia del PCC. La tercera parte aborda el interés por el carácter de la revolución que el Partido expresa a la hora de publicar las obras de Mao, la escogencia de los temas, los énfasis y hasta los títulos. En el ítem cuatro se muestran los frutos de la diplomacia popular china tras la visita de intelectuales, algunos de ellos comunistas, que después de conocer de primera mano lo que estaba sucediendo en China publicaron diarios de viajeros los cuales se convirtieron en herramientas para la difusión del proceso revolucionario chino. Cierra este capítulo el primer libro de Mao Tse-tung editado en Colombia: La Nueva Democracia China. Allí la exposición se centra en identificar el significado que para los militantes del Partido Comunista de Colombia tenía la obra publicada.
El trabajo de archivo fue determinante para la realización del capítulo. A partir de la investigación se logró reconstruir la labor editorial y de prensa del PCC, recopilando casi todos los libros publicados sobre la revolución china, para lo cual se acudió a bibliotecas públicas, bibliotecas de sindicatos, bibliotecas personales, librerías del libro usado y las redes académicas que se fueron tejiendo en el desarrollo de la investigación[34]. En el Anexo Uno se presenta la reconstrucción de esta “biblioteca ideal”[35].
El tercer capítulo se ocupa del momento de la recepción. Se analiza “la resistencia Campesina en el Sur del Tolima” centrado en los sucesos de El Davis entre los años 1949-1953, entendiendo que esa experiencia expresaba un claro ejemplo de los receptores en el marco del largo proceso de la “recepción” del modelo revolucionario chino que asumió el PCC, y más concretamente, la militancia que protagonizó una experiencia de zona liberada y construcción de poder popular en El Davis. Lo que el capítulo aborda es «el proceso activo por el cual determinados grupos sociales se sienten interpelados por una teoría producida en otro campo de producción, intentando adaptarla a su propio campo»[36]. Este capítulo se elabora a partir del trabajo “La ciudadela de El Davis: La construcción social del poder popular”, presentado en el VIII Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Historia- ELEH[37].
Para poner en contexto la experiencia de El Davis, el capítulo hace un primer acercamiento a la lucha de líneas en el seno del Partido Comunista, centrada en la vía de la revolución, por ser un aspecto determinante dentro del modelo de Revolución de Nueva Democracia. Continuando con el contexto se aborda en la segunda parte la respuesta comunista en el Sur del Tolima ante la violencia desatada por el Estado en 1949. La tercera parte de este capítulo analiza el proceso que empezó como la defensa del territorio y la vida, terminó con desplazamientos forzados y migraciones internas, entre ellas la épica “Columna de Marcha”, para buscar en las alturas de las montañas tolimenses un lugar seguro donde vivir: El Davis.
En la construcción de este capítulo fue determinante asumir la crónica como fuente oral y estudiarla a partir del análisis crítico permitiendo darles voz a los protagonistas de la resistencia campesina en El Davis. En ese sentido se trabajó crónicas de Jorge Hernández Barrio o Comandante Olimpo[38], Ciro Trujillo[39], Isauro Yosa[40], y Pedro Antonio Marín o Manuel Marulanda[41].
El último capítulo está dedicado al momento de la apropiación. El largo proceso de la “Recepción” del modelo revolucionario chino culmina con una nueva interpretación del carácter de la sociedad colombiana y el carácter de la revolución por aquellos militantes que defendían más firmemente los principios marxistas leninistas apoyados a nivel internacional en las ideas y figura de Mao Tse-tung. Lo que emprende el capítulo es «el “consumo” de un cuerpo de ideas por parte de un supuesto lector “final” al término de la cadena de la circulación»[42]. La base para construir este capítulo fue el trabajo preparado para el II Congreso Internacional Izquierdas, Movimientos Sociales y Cultura Política[43], con el título de “La vía de la revolución en la guerrilla comunista de los años 50”.
El capítulo aborda en una primera parte el proceso de distanciamiento del PCC y el PCCh, y en la segunda parte continúa con el desarrollo de la lucha ideológica y política en el seno del PCC, que en el capítulo anterior había quedado en 1956. Con esos dos apartados como contexto, en el ítem tres se analiza el proceso de apropiación o “consumo” de las ideas fruto de la “Recepción”, pero también el rechazo de esas ideas: dos escenarios de un futuro posible. El último apartado de este capítulo centra su atención en los elementos emergente de la “Recepción” del modelo revolucionario chino: La diferenciación de la izquierda comunista y por ende el surgimiento de un nuevo discurso: el discurso maoísta. Como colofón se explora sucintamente el devenir de la tendencia pro-china.
El capítulo se trabaja a partir del archivo del Partido Comunista de Colombia recuperado en versión digital, gracias a las redes académicas tejidas alrededor de la investigación. Aquí se da prioridad a las resoluciones de los Congresos, las Sesiones Plenarias del Comité Central y las revistas internas como Tareas, con el ánimo de develar las luchas internas de la militancia. El uso de las fuentes orales permite un acercamiento a la versión de los protagonistas, por lo que aquí se recoge las voces de Antonio Pinzón militante del PCC hasta finales de los años cincuenta y posteriormente impulsor del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino- MOEC, la de Álvaro Villaraga militante Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista), PC de C (m-l), y la de Fred Kaim militante de la Juventud Comunista a la hora del rompimiento en el V pleno de 1964 y posteriormente miembro del Comité Central del PC de C (m-l).
Es importante dejar consignado que, si bien en el desarrollo de esta investigación se dieron avances, el resultado final no es una suma cuantitativa de los artículos y ponencias que aquí se han citado. Desde el inicio de la investigación en el 2011, los hallazgos empíricos, las entrevistas a protagonistas de esta historia y a militantes del maoísmo, las reflexiones propias, el diálogo con profesores y colegas como Andrés Caro quien está trabajando la “Recepción del marxismo en Colombia”, fueron cambiando el conocimiento del proceso histórico y la interpretación de él. Lo que empezó como una apuesta con el primer artículo donde se planteó la “provocativa”[44] tesis de que la experiencia de El Davis era el génesis del maoísmo en Colombia[45], o la que dice que “[46]
Una reflexión final.
Cuando se dijo arriba que esta investigación aborda un problema de conocimiento, hace referencia a una pregunta: ¿cómo se relacionan las experiencias directas e indirectas para forjar un nuevo discurso? Esta es la inquietud del investigador en el tiempo presente, máximo cuando los cambios nacionales (Acuerdo en La Habana) y Latinoamericanos (retroceso de proyectos alternativos) entran a cuestionar las vías de la revolución y exige hacer un balance para saber ¿de dónde venimos, hacia donde vamos, hacia donde debemos ir? Es evidente que se vive un momento donde se requiere nuevas preguntas y estas tendrán que pasar por un balance del conflicto armado que nos acompaña por más de medio siglo, y que traía implícito en las prácticas de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC la tesis maoísta de “rodear la ciudades desde el campo” y la “guerra popular prolongada”. Así pues, con esta investigación se alberga la esperanza de que las nuevas formulaciones sobre el carácter de la sociedad y el carácter de la revolución, y en general sobre los futuros por venir, estén acompañadas de nuevos discursos emergentes capaces de interpretar las realidades planetarias en su complejidad, y proponer revoluciones paradigmáticas.
Sobre Mao Tse-tung, maoísmo, y discurso maoísta.
En las fuentes de archivo consultadas para esta investigación se encontraron diferentes formas de escribir el nombre completo de Mao; Mao Tze Tung en el periódico Tierra de 1938, Mao-Tse Tung en el semanario Sábado de 1949, Mao Tsé Tung en el primer texto publicado por parte del PCC en 1952, Mao Tse Tung en el libro sobre la Nueva Democracia editado por el PCC en 1952. Después de 1954 llegaron las obras de Mao directo desde China donde su nombre completo apareció como Mao Tse-tung y después de 1966, con la revolución cultural, como Mao Tsetung. Todas estas variantes corresponden a transcripciones procedentes del mundo anglosajón. En un solo caso de literatura secundaria se encontró la expresión Mao Zedong correspondiente la transcripción en pinyin, el sistema de transcripción fonética del chino mandarín reconocido oficialmente en la República Popular China desde 1958.
Desde posiciones críticas al maoísmo, o más bien, desde el anti-maoísmo se sustenta que el cambio de Mao Tse-tung a Mao Tsetung tenía el objetivo de aunar en el “Culto a la personalidad de Mao”. Esta novedad, dicen escritores soviéticos, «ha sido concebida para dar al nombre de Mao un valor simbólico: ahora quiere decir “el que alumbra a Oriente”, mientras que, con la ortografía anterior, los dos últimos jeroglíficos significan, literalmente traducido, “encenagador del Oriente”, “cieno en Oriente” o “Oriente de cieno”»[47].
Independiente del anterior debate, en este trabajo se escribirá el nombre completo de Mao así: “Mao Tse-tung”. Esta forma corresponde al método Wade-Giles, el sistema más difundido para la transcripción de los nombres chinos en Occidente durante todo el siglo XX, hasta cuando se generalizó el uso del sistema pinyin. Por último, es importante tener presente que en la onomástica china un nombre se escribe con el apellido primero y el nombre de pila después. En ese sentido Mao era el apellido y el nombre de pila era Tse-tung.
Frente al concepto de maoísmo, no fue propósito de esta investigación entrar a debatirlo. El trabajo de Aldo García, arriba señalado, promete un capítulo especial con esta esperada disertación. Cuando se indaga por el origen del maoísmo en Colombia, se hace referencia a la génesis política y orgánica de los grupos que hoy día (2016) se autoproclaman no solo maoístas, sino maoístas del llamado “Campo marxista leninista”. Siendo este un polo del maoísmo[48] deja por fuera el otro polo: el MOIR y todas las agrupaciones que de él se desprenden. Es decir, esta no es una historia de todos los maoísmos en Colombia.
En este trabajo se es consciente que el concepto maoísmo no era cotidiano en el periodo de investigación 1949-1963, y que fue justo a inicio de los años 60 cuando el término alcanza una amplia difusión por dos vías, en medio de la agudización del conflicto Chino-Soviético. Por un lado están los intelectuales de Occidente, principalmente los de Harvad, que estaban en «la búsqueda de una estrategia (la maoísta) realizada por Mao»[49]. Desde esta acepción maoísmo era sinónimo de “pensamiento de Mao Tse-tung”, como lo enunciaría el Partido Comunista de China-PCCh, y entendido en términos generales como «todo el complejo evolutivo de normas oficiales de pensamiento y comportamiento desarrolladas por el PCCh mientras [estuvo] bajo la dirección de Mao»[50].
En la segunda vertiente el término maoísmo empieza a ser acuñado de forma despectiva por los comunistas soviéticos, que una vez rota las relaciones con el PCCh, le bautizaron con esa misma denominación, diferenciándole de la doctrina de Marx y Lenin, hasta el punto de que «antes de que los maoístas [de China] hubieran creado las condiciones en el partido y en país para poner en circulación el vocablo maochzhui (maoísmo), los marxistas-leninistas lo habían desacreditado y se había convertido en un sinónimo de antimarxismo, antisovietismo, chivinismo y hegemonismo»[51].
Ubicándonos
en la época, el concepto adecuado es “el pensamiento de Mao Tse-tung”
proclamado en el Séptimo Congreso Nacional del Partido Comunista de
China en abril de 1945. Desde un principio los líderes chinos se negaron a
calificar las teorías de Mao como maoísmo, y en su lugar las denominaron Mao Tse-tung
szusian (pensamiento
de Mao Tse-tung), donde szusian
quiere decir “idea”, “explicación” y también “idea original”. En cambio, para
los chinos, el carácter que se lee chui con
el que escribirían maoísmo es utilizado
para traducir los “ismo” extranjeros, o “propias doctrinas” atribuido a
sistemas como el marxismo y el leninismo. En términos concretos, el PCCh nunca
difundió el concepto de “maoísmo”, sino el de “pensamiento de
Mao Tse-tung”, razón por lo cual la militancia de los años sesenta, afines con
las tesis de Mao Tse-tung, nunca se definió como maoísta, sino como marxista-leninista.
En ese sentido la categoría “discurso maoísta” hace referencia a los enunciados y prácticas sociales de la militancia del Partido Comunista de Colombia que se autodefinía como marxista leninista y que a nivel internacional, antes y sobre todo después del conflicto chino-soviético, se apoyaban en las ideas y la figura de Mao Tse-tung. Era la militancia que reconocían y reivindicaban el “pensamiento de Mao Tse-tung”. Es así que la categoría se convierte en una bisagra temporal que uno dos momentos históricos, el periodo de estudio de esta investigación 1949-1963, cuando los protagonistas iban haciendo su propia historia, y el tiempo presente, cuando se hace y se lee esta Historia.
[2]
Ana Strong Lousie, “El Pensamiento vivo de Mao Tse-tung”.
Sábado, Bogotá, 11 de junio, 1949.6.
y Israel Espstein, “Los jefes de la China Roja”. Sábado, Bogotá, 12 de febrero, 1949.13.
[3]
Se calcula la fecha de 1948
dado que el texto que se reproduce es un escrito de Mao conocido entre sus
obras escogidas como La situación actual
y nuestras tareas, escrito el 25 de diciembre de 1947 y en la nota
editorial se dice « (...) todas las prevenciones contempladas en este material
escrito en diciembre del año pasado».
[4] Mao Tse-tung, Fundamentos de la Revolución China (Bogotá: Ediciones Vanguardia,
s.f.).
[5] Comité Central del Partido
Comunista de Colombia, 87.
[6] Comité Central del Partido
Comunista de Colombia, 87.
[7] Entrevista a Kaim, Fred, Bogotá,
17 de mayo 2016.
[8] Guzmán Campos, Germán, Orlando
Fals, Borda y Eduardo Umaña Luna, La
violencia en Colombia. Estudio de un proceso social (Bogotá: Universidad
Nacional, coedición con Ediciones Tercer Mundo, 1962).
[9] Pizarro, Eduardo, “Las FARC de la autodefensa a la combinación
de todas las formas de lucha” (Bogotá: Tercer Mundo Editores, IEPRI, 1991),
104.
[11] Entrevista a Kaim, Fred, Bogotá,
17 de mayo 2016.
[12] Partido Comunista de Colombia,
“Resolución sobre las divergencias en el movimiento comunista y obrero
mundial”, La situación política nacional
y la táctica del Partido Comunista. (Bogotá: Ediciones Colombia Nueva,
1963). 71-72.
[13] La expresión es de un dirigente
del PCC quien reconoce la configuración de una corriente política maoísta en el
seno del Partido. Ver Álvaro Oviedo, “maoísmo y Trotskismo en Colombia”, Estudios marxistas Nº 13 (1977): 72.
[14] Marisela Connelly, “La
influencia del pensamiento de Mao en América Latina”, Estudios de Asia y África
Vol.
18, Nº 2 (1983): 215.
[15] El término hace referencia a
todas las organizaciones que tuvieron que ver directa o indirectamente con el
Partido Comunista de Colombia marxista leninista (PC de C-ML), y se
caracterizan, al menos hasta los años ochenta, por una rígida ortodoxia maoísta.
Ver Mauricio Archila, “El maoísmo en Colombia: la enfermedad juvenil del
marxismo-leninismo”, Controversia No
190 (2008):148. Esto deja por fuera al Moir y las diferentes tendencias que de
él se han desprendido. Ver Urrego, 24.
[16] Frank Molano Camargo, El imaginario maoísta (1965-1982). Como
mentalidad revolucionaria en la izquierda Colombiana (Tesis de Maestría de
Historia, Universidad Nacional de Colombia, 2004) 1.
[17] Molano, 1.
[18] Molano, 26.
[19] Molano, 7.
[20] Molano, 8.
[21] Molano, 16.
[23] Medófilo Medina, “La
historiografía política del siglo XX en Colombia”, La historia al final del milenio: ensayos de
historiografía colombiana y latinoamericana, Vol. 1, ed. Universidad
Nacional de Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1994) 457.
[24] Horacio Tarcus, La historia intelectual y la problemática de
la recepción. Introducción del libro Marx en la Argentina. Sus primeros
lectores obreros, intelectuales y científicos (1871-1910) (Buenos Aires:
Siglo XXI, 2007).
[29]Tarcus,
15.
[30] El artículo hace parte del
número XX de la revista Goliardos.
[31] Tarcus, 16.
[32] Evento organizado por el Centro
de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda en la Argentina
(CeDInCI), en noviembre 2015, bajo el título: “marxismos Latinoamericanos.
Tradiciones, debates y nuevas perspectivas de la historia cultural e
intelectual”.
[33] Rodolfo Hernández, "La
difusión del comunismo chino en Colombia 1949-1963: El aporte editorial del
Partido Comunista de Colombia-PCC." Goliardos,
Revista estudiantil de Investigaciones Históricas N° 18 (2014): 70-91.
[34]
Como lo plantea Tarcus, 19.
“El libre acceso de los investigadores a estos textos es una de las condiciones
básicas para el establecimiento de un campo profesional de estudios sobre la
izquierda”.
[35] La noción de “biblioteca ideal”
es tomada de trabajos de Roger Chartier sobre las bibliotecas. Con ella
queremos denotar las distintitas obras de Mao y la revolución china que
circularon en Colombia en el periodo estudiado.
[36] Tarcus, 16.
[37]
Evento organizado
estudiantes del Departamento de Historia de la Universidad Nacional en octubre
de 2015, bajo el lema “Memoria y conflicto para pensar y repensar la Historia
desde América Latina”.
[38] Carlos Arango. “El Ex Comandante
Olimpo y el Chaparral de los grandes”. En. FARC.
Veinte años. De Marquetalia a la Uribe. (Ediciones Aurora. Bogotá. 1985).
[39] Ciro Trujillo, Páginas de su vida. (Bogotá, Editorial
Abejón Mono, 1974).
[40] Molano, Alfredo. “Isauro Yosa,
el Mayor Lister”. En: Trochas y fusiles. (El Ancora Editores.
Bogotá.1999).
[41] Manuel Marulanda Vélez, Cuadernos de campaña (Bogotá: Editorial
Abejón Mono, 1973)
[42] Tarcus, 18.
[43] El evento fue realizado por
la “Red para el estudio de las
izquierdas en América Latina (REIAL)”, capítulo Colombia en noviembre de 2013.
[44]
La expresión es de Alberto
Pinzón Sánchez integrante de la Comisión de Notables en los diálogos de paz
entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana y la FARC. Ver La aldea
universal del Davis en el sur del Tolima, En http://www.argenpress.info/2015/01/la-aldea-universal-del-davis-en-el-sur.html
[45]
Rodolfo Hernández, "
El Davis, génesis del maoísmo
en Colombia: incidencia del pensamiento Mao Tse-tung en el sur del Tolima."
Goliardos, Revista estudiantil de
Investigaciones Históricas N° 16 (2012): 77-87
[46]
Rodolfo Hernández, "
Los polos del maoísmo en
Colombia: de los Grupos ML al PCC-M, los herederos de la revolución de Nueva
Democracia." En http://historiadelmaoismoencolombia.blogspot.com.co/2012/10/los-polos-del-maoismo-en-colombia.html
[47]
M Altaiski; V Gueórguiev, Crítica de las concepciones filosóficas de
Mao Tse-tung (Moscú́: Progreso, 1976), 28.
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